sábado, 23 de febrero de 2013

Están los que llevan amuletos, los que hacen promesas, los que imploran el cielo, los que creen en supersticiones... Pero también están los que siguen corriendo cuando les tiemblan las piernas, los que siguen jugando cuando se les acaba el aire, los que siguen luchando cuando todo le parece perdido. Como si cada vez fuera la última vez, conocidos de que la vida misma es un desafío. Sufren pero no se quejan, porque saben que el dolor pasa, el sudor se seca, el cansancio termina. Pero hay algo que nunca desaparecerá: 'La satisfacción de haberlo logrado'. En sus cuerpos hay la misma cantidad de músculos, y en nuestras venas corre la misma sangre. Lo que nos hace diferente es nuestro espíritu, nuestra determinación por llegar a la cima. Una cima a la que no se llega superando a los demás, sino superándose a uno mismo.

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